SE ACERCA EL FINAL PARA LEOCADIA, EL CAPITÁN CONFIEsa TODO || CRÓNICAS de LaPromesa series

El aire en La Promesa se ha tornado denso, cargado de secretos inconfesables y traiciones que amenazan con desatar un torbellino. Las preguntas resuenan en los pasillos del palacio: “¿Quién sabe dónde está Lorenzo?”, “¿Quién juega sucio?”, implorando una verdad que parece cada vez más elusiva. Las recientes promos liberadas por Televisión Española no solo han dejado a los espectadores al borde de sus asientos, sino que han encendido la mecha de un polvorín que estaba a punto de estallar.

La imagen del Marqués indagando con urgencia la ausencia de Lorenzo, acompañada de una voz en off que advierte sobre las consecuencias de las jugadas arteras, es solo el preludio de la tormenta que se cierne. Pero es la súplica desesperada de Ángela, “¡Dime la verdad, por favor!”, la que encapsula la angustia que impregna cada rincón de esta historia. Y como si de una pesadilla sacada de las sombras de un pasadizo secreto se tratase, el Capitán Garrapata, la figura que tantos han deseado ver sometida, aparece atado, amordazado y bañado en sangre. Un espectáculo macabro que, lejos de horrorizar, ha generado un revuelo de satisfacción entre la audiencia, ávida de justicia.

Este “secuestro express” de Lorenzo no es un incidente aislado; es la manifestación de una tensión acumulada durante años, un reflejo del sufrimiento que ha marcado el destino de tantos en el palacio. Tras el reciente secuestro de Ángela, ahora es Lorenzo quien se encuentra en manos de quienes buscan desenterrar verdades ocultas. Pero no nos equivoquemos, los hilos de estos acontecimientos son mucho más complejos de lo que parecen a simple vista.


Lo más impactante de esta inminente explosión de revelaciones es la confesión que dejará a Curro boquiabierto. Nosotros, como observadores privilegiados, ya intuíamos que la sombra de Doña Leocadia planeaba sobre la muerte de Hann. Sin embargo, la magnitud de esta confesión, que marcará un antes y un después en la narrativa de La Promesa, promete ser devastadora.

Permanezcan atentos, porque juntos desgranaremos este apasionante capítulo.

La Semilla de la Rebeldía: Curro y el Límite de la Paciencia


Antes de sumergirnos en las profundidades de la confesión, es crucial entender el contexto que ha llevado a este punto de quiebre. El anuncio del secuestro del Capitán Garrapata no surgió de la nada. Las primeras señales de alarma se manifestaron cuando Curro, con una determinación férrea, le confesó a Pía su intención de hacer “lo que haga falta” para impedir la boda. Una declaración que, si bien podría parecer impulsiva, es el resultado de años de rabia acumulada, un resentimiento que se ha gestado por el trato vejatorio de Lorenzo hacia su madre y, sobre todo, por el asesinato de Hann.

Para Curro, el Capitán Garrapata es el culpable directo de la muerte de su hermana. Ignora, hasta ahora, que la verdadera artífice de aquel terrible suceso fue Doña Leocadia. El desprecio constante que Lorenzo ha dirigido hacia Curro, sumado al tormento que inflige a Ángela, la mujer por la que Curro daría la vida, ha empujado al joven a un límite insospechado. Un alma forjada en el dolor y la injusticia, cuando finalmente estalla, lo hace con la fuerza de un huracán, arrastrando consigo todas las consecuencias.

La frustración de la audiencia con Pía, cuyas intervenciones a menudo parecen desbaratar las incipientes relaciones, como la de María Fernández y Samuel, es comprensible. Mientras anhelamos momentos de romance y felicidad, la intervención de Pía, aunque quizás con buenas intenciones, empaña la posibilidad de ver a nuestras parejas favoritas prosperar. Es en este mar de desengaños donde la valentía de Curro emerge como un faro, un presagio de la tormenta que se avecina.


Eco de un Pasado Violento: La Tortura y la Confesión Forzada en la España del Siglo XX

Para comprender la crudeza de la situación que se despliega en La Promesa, es necesario mirar hacia atrás, hacia la España de principios del siglo XX. Lejos de ser una invención del guion, los métodos de presión y confesión forzada que presenciamos en pantalla eran una realidad sombría de aquella época. Los derechos que hoy damos por sentados eran inexistentes, y el sistema judicial ofrecía poca o nula protección a los más desfavorecidos, a aquellos que carecían de apellido.

En las zonas rurales, como el ficticio Valle de los Pedroches donde se ubica La Promesa, los conflictos personales se resolvían a menudo a golpe de fuerza. Encierros en cuadras, amenazas veladas, “golpes educativos” para impartir lecciones, y lo más habitual, la coacción para obtener confesiones que restablecieran un honor mancillado. Existe documentación de 1908 que detalla cómo terratenientes obligaban a guardas, jornaleros y mayordomos a confesar mediante el aislamiento, la oscuridad y una presión psicológica implacable.


No siempre se trataba de tortura física brutal. Muchas veces, como se insinúa en los avances de La Promesa, bastaba una habitación oscura, el miedo, la humillación, el silencio sepulcral y la sensación desgarradora de que nadie vendría a ofrecer ayuda. Este contexto histórico arroja una luz escalofriante sobre las acciones de Curro. En aquella época, estas prácticas eran, lamentablemente, la forma en que se “arreglaban” las cosas, especialmente en los grandes hogares, cuando la justicia oficial no alcanzaba o la víctima perdía toda fe en ella.

La Bomba: Lorenzo Delata a Leocadia

El momento culmen está a punto de llegar. Acostado en una habitación oscura, acorralado y herido, Lorenzo se enfrenta a un Curro desesperado que exige la verdad sobre el asesinato de su hermana. Inicialmente, el Capitán Garrapata, en su habitual altivez, intentará resistir. Pero la presión es insoportable, la rendición es inevitable. Y entonces, de sus labios, fluirá la bomba: “Yo no la maté, fue Leocadia.”


Esta revelación encaja a la perfección con la figura de Leocadia de Figueroa. Su comportamiento siempre ha estado marcado por la sospecha de ocultar un secreto mortal. Su obsesión por controlar la reputación de Ángela es férrea, y su presencia en los últimos momentos de Hann fue envuelta en una oscuridad contradictoria. Lorenzo, quizás por cobardía o por otros motivos, nunca tuvo la necesidad de acabar con Hann. Pero Leocadia, como ahora sabemos, sí tenía motivos suficientes.

Desde un punto de vista narrativo, este giro es brillante. Ha desplazado a Lorenzo y a Cruz, quienes parecían ser los principales villanos, para posicionar a Leocadia como la nueva antagonista. Ella, la madre que se suponía protectora, se revela como la figura más odiada, la asesina de Hann.

El Futuro Incierto: Leocadia Enfrenta su Destino


Los avances oficiales son claros: Leocadia está a punto de tomar una decisión que cambiará drásticamente el futuro de su hija. La pregunta que resuena es: ¿entregará a Curro? ¿Estará al tanto de la confesión de Lorenzo? ¿Mentirá para protegerse, o se adelantará y preparará otro plan aún más oscuro?

La posibilidad de que Lorenzo la delate abre un abanico de posibilidades. ¿Actuará Leocadia con presteza, urdiendo una nueva estrategia para silenciarlo o manipular la situación? Dada su naturaleza, cualquier cosa es posible. Este desenlace promete ser el más oscuro y emocionante hasta la fecha.

Ahora sí, nos despedimos con la certeza de que el palacio de La Promesa está a punto de temblar hasta sus cimientos.