MANUEL DESPIERTA: Enora Ya No Engaña A Nadie || CRÓNICAS de LaPromesa series
La Farsa de la Duquesa Pelirroja se Desmorona en La Promesa: ¿Será Manuel el Último en Darse Cuenta del Engaño?
En las soleadas tardes de sábado, donde las noticias corren como la pólvora en los pasillos del Palacio de La Promesa, el bullicio de esta mañana ha girado en torno a un rumor explosivo que ha incendiado las redes: el posible desenlace del Capitán Garrapata. Pero, queridos fieles seguidores de las crónicas palaciegas, la serie no solo nos reserva giros con personajes que parecen sacados de un bestiario medieval. Hoy, nos sumergimos en las profundidades de la ingenuidad, la manipulación y la inminente eclosión de la verdad sobre la enigmática Enora, y el despertar, ¡por fin!, de nuestro querido y bonachón Manuel de Luján.
Prepárense, porque lo que está a punto de desvelarse huele a traición tan penetrante como un cocido de Simona en pleno mes de agosto. Y es que, en el universo de “La Promesa”, donde una mirada puede ser un poema y una palabra mal colocada, un puñal; hay artimañas que superan cualquier intriga palaciega.

Manuel de Luján, ese alma noble que hemos venerado desde el primer fotograma, personifica la bondad en su estado más puro. Caballero, sensible, empático; un verdadero arquetipo del hombre que te abre la puerta, te pregunta por tu bienestar y, de postre, te regala su confianza sin pedir nada a cambio. Es, en esencia, un hombre bueno que transita la vida como si estuviera ofreciendo descuentos del 70% en fe y credulidad. Y precisamente esta cualidad, tan admirable como vulnerable, lo ha convertido en el objetivo perfecto para la insidiosa Enora.
Desde su llegada a La Promesa, la duquesa pelirroja ha tejido una red de engaños con la sutileza de una espía de élite, una auténtica Mata Hari moderna. Su estrategia ha sido metódica y aterradora. Primero, sedujo a Manuel con promesas de innovación, utilizando el hangar como su campo de batalla principal, ganándose así su acceso y, lo que es más importante, su atención. Luego, se presentó como una creyente ferviente de sus sueños, la compañera incondicional que él tanto necesitaba tras la reciente pérdida de Jana. Una táctica maestra, digna de admiración por su perversidad.
Mientras tanto, en las sombras, Enora ha estado moviendo sus piezas con una precisión milimétrica. La colocación de Don Luis, ese ensamblador ahora revelado como un peón del Duque de Carvajal y Fuentes, no fue casualidad. A Enora no se le escapa detalle; ha ido minando el terreno, ocultando información crucial a Manuel, dosificando la verdad solo para servir a sus propios intereses. Y cuando se trata de defender a Don Luis, se convierte en una leona, defendiéndolo a capa y espada. Si Manuel osa cuestionar algo, ella no duda en adoptar el papel de víctima, creando un torbellino emocional del que él, ingenuo, no puede escapar.

La táctica de evasión de Enora es casi cómica en su predecibilidad. Cuando se ve acorralada, cuando las preguntas se vuelven incómodas y las verdades incómodas amenazan con salir a la luz, su reacción es predecible: coge su bolso, su abrigo y desaparece, dejando a Manuel sumido en la confusión y la duda. Cada intento de Manuel por razonar se estrella contra el muro de su “drama francés”: “Me estás atacando, Manuel. No confías en mí. Yo soy quien quiere ayudarte”. Y Manuel, cegado por su propia nobleza y su deseo de creer en la bondad ajena, cae una y otra vez. Porque mientras Manuel busca el bienestar de todos, Enora solo busca el suyo propio y, quizás, el de otros que aún desconocemos.
Pero la manipulación de Enora no se detiene en Manuel. La prueba más cruel y descorazonadora de su frialdad ha sido su trato con Toño. Simone y Candela, con la ternura que las caracteriza, creían fervientemente que la duquesa pelirroja sentía algo real por el joven sirviente. ¡Por fin una alegría para ese muchacho, siempre en conflicto con su madre, siempre buscando una luz! La ilusión era palpable. Pero la cruda realidad es que Toño era simplemente una llave de entrada, un medio para alcanzar un fin: el hangar.
Toño, embriagado por la atención de Enora, se sentía como un gato al sol, feliz, deslumbrante, creyendo haber encontrado un tesoro. Sonrisas, miradas cómplices, un picnic romántico… y luego, el vacío. Enora se esfumaba, ignorándolo, dejándolo hecho pedazos. La humillación de aquella escena en la que él se acercó a darle un beso y ella se apartó, fue un reflejo crudo de su juego cruel. Este comportamiento, tan característico de la duquesa, no debió sorprender a nadie, especialmente a las cocineras, cuya intuición es más aguda que cualquier navaja.

Al principio, Simona y Candela se encantaron con Enora. “¡Qué maja!”, exclamaban. “¡Se ha fijado en mi Toño!”. La idea era descabellada, casi un sueño. Pero la verdad es que veían en Enora a la pareja perfecta para el señorito Manuel: elegante, bien vestida, con conocimientos de aeronáutica; parecía un traje a medida para el heredero de La Promesa. Sin embargo, la sombra de Jana, recién fallecida, proyectaba una luz de precipitación sobre esta unión. Y así, en lugar de Manuel, fue Toño quien recibió las migajas de la atención de Enora, un amor interesado, una vía de acceso al corazón de las cocinas y, por ende, a todas partes.
La teoría que ha revolucionado los mentideros de internet, susurrada por expertos y aficionados por igual, es que Enora podría ser la hija secreta del Duque de Carvajal y Fuentes. Sin embargo, hasta la fecha, Televisión Española se ha mantenido hermética al respecto. Oficialmente, no hay confirmación alguna. Si bien un giro argumental tan audaz no es imposible, y podría añadir una capa de intriga fascinante a la trama, en este momento, las probabilidades de que esta teoría sea cierta se sitúan en un escaso 2%. Por ahora, es solo eso: una teoría.
Y hablando de rumores, es imperativo desmentir otra información que circula con insistencia: que Curro abandona la serie. Mis fuentes, que buscan la verdad en los pasillos de la producción, no tienen constancia de tal partida. Si bien es cierto que ningún personaje está exento de un posible final, las tramas abiertas de Curro sugieren firmemente que su presencia en La Promesa está lejos de terminar.

Conclusión de Hoy: Enora, la estratega pelirroja, no es hija del Duque de Carvajal y Fuentes, y Curro, para alivio de muchos, no se va de la serie. Al menos, eso es lo que Televisión Española ha comunicado hasta ahora. Si la marea de la narrativa cambia, seré el primero en informaros.
Y ahora, más que nunca, les recalco: no se pierdan los avances semanales. Lo que se avecina con el Capitán Garrapata es simplemente… tela, telita, tela.
Soy tu Gustav. Agradezco vuestra compañía y vuestra fidelidad. Formar parte de esta gran familia de amantes de “La Promesa” es un honor. ¡Hasta la próxima crónica!