LA PROMESA – URGENTE: Capítulo 800 | Capítulo final de la serie ‘La Promesa’ – 3 giros impactantes sacuden el Palacio

El desenlace de la aclamada serie de RTVE se cierne sobre nosotros, y los últimos capítulos prometen ser una montaña rusa de emociones, traiciones y confrontaciones que dejarán al público sin aliento. Tras una travesía de más de 700 episodios, “La Promesa” se prepara para su gran final, y los rumores apuntan a que el capítulo 800 marcará el epílogo de esta saga palaciega. Sin embargo, la calma que precede a la tormenta se está desmoronando a pasos agigantados, y los próximos episodios nos traen giros de guion tan audaces que reescribirán el destino de sus personajes para siempre.

El velo de la mentira se rasga: Lorenzo y Leocadia, al descubierto. Los artífices de tantas intrigas y sufrimientos en La Promesa, Lorenzo y Leocadia, finalmente verán sus crímenes expuestos ante la luz. Su reinado de terror y manipulación llega a su fin, no por un acto de justicia divina, sino por una cadena de errores imperdonables. Fracasados en su último y desesperado intento por deshacerse del Marqués de Luján, Alonso, los villanos se verán acorralados, obligados a planear una huida que, para Leocadia, podría tener un precio aún más sangriento. Su desesperación por la libertad la empuja a un abismo moral, dispuesta a cobrarse una última víctima si es necesario para asegurar su escape.

Curro, el héroe inesperado, desafía la tiranía. En medio de la creciente oscuridad, una figura insospechada se erige como faro de esperanza. Curro, el joven que ha vivido bajo la sombra de la opresión y la injusticia, se rebela contra el destino. La inminente boda de Ángela con el cruel Lorenzo ha sido la gota que colma el vaso. La imagen de la mujer que ama, atada a ese hombre despreciable, le quema el alma. En una noche cargada de silencios y crujidos de madera antigua, Curro toma una decisión que cambiará el curso de los acontecimientos.


Impulsado por un coraje que ni él mismo sabía que poseía, Curro abandona la seguridad relativa del palacio en plena madrugada. Su excusa, una apresurada compra de provisiones, no logra disipar la sutil desconfianza de Lóe, pero su determinación es inquebrantable. El gélido camino hacia los recovecos más oscuros de la ciudad lo lleva a un encuentro clandestino. Allí, un hombre de mirada dura y postura firme, emerge de las sombras.

“Eres el joven que mandó el recado”, murmura el desconocido. Curro, con el corazón latiendo desbocado, confiesa su propósito: “Quiero que te lleves a un hombre de aquí, que lo dejes lejos, que lo escondas, que no vuelva por un tiempo.” La audacia de su petición – un secuestro – sorprende al hombre, pero Curro está dispuesto a pagar un precio desorbitado. El dinero que ha ahorrado con años de esfuerzo, cada moneda sudada, es entregado. Sin embargo, no es suficiente. La figura de Lorenzo de la Mata, el objetivo, es de gran importancia y valor.

En un acto de sacrificio desgarrador, Curro ofrece su último tesoro: el pequeño reloj de oro, herencia de su amada Eugenia. El brillo del metal precioso sella el pacto. El secuestrador, ahora convencido, le da un plazo de dos días para hacer desaparecer a Lorenzo, asegurando que su objetivo es eliminarlo del camino, no su destino final. La emoción embarga a Curro, pero el alivio de haber actuado, de haber tomado las riendas de su destino y el de Ángela, es palpable.


El calvario de Lorenzo: el precio de la soberbia. Los días subsiguientes a la partida de Curro se desarrollan con una tensión creciente. Lorenzo deambula por el palacio con su habitual arrogancia, ajeno al destino que le espera. Curro, observándolo de lejos, navega entre la ansiedad y el temor, manteniendo una calma forzada.

La mañana del segundo día marca el inicio del fin para Lorenzo. Su ausencia en el desayuno, y luego en el almuerzo, enciende las alarmas. Las criadas cuchichean, la inquietud se propaga. Incluso Alonso, ajeno a la conspiración, comienza a preguntarse por la paradero de su yerno. Mientras tanto, a pocos kilómetros del palacio, en un cobertizo desolado, Lorenzo despierta atado, sucio e irritado.

Su habitual bravuconería se estrella contra la implacable realidad. Sus amenazas, sus órdenes, carecen de poder. El secuestrador, con una frialdad escalofriante, revela su verdadero interés: “Quiero información. Los crímenes de Leocadia.” La negación inicial de Lorenzo se desmorona ante el frío, el hambre y la desesperación. Los días se convierten en una agonía, y la resistencia de Lorenzo se quiebra. Al cuarto día, derrotado, confiesa todo: las intrigas, los chantajes, las alianzas secretas. Su relato, un torrente de confesiones, revela la oscura vida de Leocadia, para el simple asombro del captor, que no anota ni una palabra, solo escucha.


El juego de poder se intensifica: La red de conspiraciones se cierra. La noticia de la desaparición de Lorenzo se convierte en un murmullo persistente en La Promesa, y Curro, a pesar de su alivio inicial, siente la creciente inquietud. La preocupación de Teresa sobre la gravedad de la situación resuena en sus oídos, pero él anhela la ausencia prolongada de Lorenzo.

Una noche, mientras recoge leña, el secuestrador reaparece. “Lo ha contado todo, más de lo que esperaba”, informa. La noticia de la confesión de Lorenzo libera a Curro de una parte de su angustia, pero plantea un nuevo dilema: la libertad de Lorenzo a cambio de la delación de Leocadia. El secuestrador se presenta como mediador, y Curro, ante el momento decisivo, acepta el trato, pero con una condición crucial: que el informe sea entregado al sargento Fuentes por escrito.

La liberación de Lorenzo se precipita. Regresa al palacio como un fugitivo, con la urgencia de escapar. Mientras empaca frenéticamente, Leocadia irrumpe en su habitación, la incredulidad y el pánico reflejados en su rostro. La revelación de Lorenzo es devastadora: “La casa se ha caído, Leocadia. Se ha caído del todo. Y si no salimos de aquí ahora, los dos vamos a pagar muy caro.” La verdad, cruda y brutal, golpea a Leocadia. Las cartas, las intrigas, los complots han sido expuestos, y Lorenzo, presionado, ha confesado todo.


El clímax: una confrontación al borde del abismo. En su desesperado intento por huir, Lorenzo y Leocadia son interceptados por el sargento Fuentes y sus hombres. La trampa se ha cerrado. La aparición del Marqués de Luján, Alonso, sellando su destino, desata la furia de Lorenzo. En un acto de desesperación, toma a Alonso como rehén, un revólver temblando en su mano. La tensión se dispara. El sargento Fuentes, con una voz gélida, advierte que cualquier daño al marqués sellará su condena. Leocadia, aterrorizada, implora a Lorenzo que no empeore la situación, pero él, acorralado y cegado por el pánico, se niega a pagar solo por sus crímenes.

El pasillo se convierte en un escenario de contención, donde cada respiración se detiene, esperando el próximo movimiento que decidirá el destino de todos. ¿Logrará Lorenzo escapar? ¿Será Leocadia arrastrada a la misma perdición? ¿Y qué papel jugará el Marqués de Luján en este dramático desenlace? Las respuestas, cargadas de tensión y adrenalina, están a punto de ser reveladas en el capítulo final de “La Promesa”.

El público, cautivado por estas escenas de infarto, está ansioso por conocer el desenlace. La Promesa ha logrado mantenernos al borde del asiento, y el final promete ser tan impactante como se espera. La cuenta atrás para el capítulo 800 ha comenzado, y el mundo de La Promesa se prepara para su despedida definitiva, dejando una marca imborrable en la historia de la televisión española.