CURRO LO HACE POR FIN… ¡Y LÓPEZ RENACE EN LA COCINA! || CRÓNICAS de LaPromesa series
El Palacio de los Luján es testigo de una catarsis largamente esperada y de un regreso culinario que aviva las brasas del corazón de la serie.
Las semanas en el universo de “La Promesa” suelen estar teñidas de un drama que aprieta el pecho y una angustia que se instala en el alma. Sin embargo, lazeitgeist actual en el palacio de los Luján parece haber tomado un giro inesperado, ofreciendo respiros de justicia que parecían esquivos, como una brisa fresca tras una tormenta implacable. Y es que, tras incontables episodios de zozobra, las crónicas recientes nos traen dos noticias que encienden las alarmas de la alegría y la esperanza. Dos regalos, quizás, de unos guionistas que parecen haber decidido concedernos un momento de respiro ante tanto sufrimiento.
Prepárense para desconectar del mundo exterior, porque hoy desvelamos dos giros argumentales que marcarán un antes y un después en la narrativa de LaPromesa. Soy tu Gustav, y como siempre, aquí estoy para desgranar las historias que merecen ser contadas, ofreciéndoles información verificada y libre de las banalidades que a menudo infestan el panorama de las series. Olvídense de las falsedades; en este rincón, la verdad, por muy dolorosa o gozosa que sea, es el plato principal.
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El Renacer Culinario de Lópe: ¡El Mandil Vuelve a Ser su Trono!
Durante meses, la comunidad de “La Promesa” ha clamado al unísono: Lópe nunca debió abandonar las cocinas. Su traslado a la calesa fue una imposición, un capricho arbitrario de Cristóbal Vallesteros, que irrumpió en el palacio como un huracán, marcando territorio con una decisión tan absurda como injusta. Sin embargo, la rueda de la fortuna, o quizás la astucia de los guionistas, ha girado con contundencia. Lópe, nuestro genio culinario, recuperará su mandil, su cucharón y, lo más importante, su trono culinario, ese que nunca debió abandonar.
Pero, ¿por qué ahora? ¿Por qué este retorno tan anhelado en este preciso instante? No se trata de una casualidad fortuita. Detrás de este cambio de rumbo se esconde una trama que ha explotado con la fuerza de un volcán: la saga de Madame Cocot.

Los ecos de la preocupación resonaban en la zona noble. El Marqués y Doña Leocadia, inquietos por el destino de las famosas recetas, indagaban sobre la última publicación culinaria, especialmente Doña Leocadia, quien albergaba la esperanza de que dichas creaciones culinarias cobraran vida en las cocinas de La Promesa. Y aquí entra en juego Don Cristóbal, el mayordomo, consciente de que la autoría de esas recetas recae sobre los hombros de Lópe. La perspectiva de que su incompetencia quedara al descubierto, al tener al verdadero chef alejado de los fogones mientras él se atribuía méritos ajenos, se convirtió en una amenaza inminente. Imaginemos por un momento la vergüenza: poseer el talento y desaprovecharlo en tareas mundanas como limpiar cuberterías. Sería, como bien se dice, “faltarle un hervor”.
Por ello, y en mi más sincera opinión, Lópe regresa por una presión interna insostenible. Madame Cocot ha incendiado el palacio, y la indignación ante tener a un chef de semejante calibre relegado a tareas menores se ha vuelto insostenible. ¿Será este regreso definitivo? Todos los indicios apuntan a que sí, y es, sin duda, una de las noticias más gratificantes que hemos recibido en mucho tiempo. La anticipación por presenciar las nuevas interacciones entre Lópe y las cocineras, cargadas de chispa y maestría, ya nos regala una alegría anticipada.
Curro Desencadena su Venganza: ¡El Capitán Garrapata Tiembla!

Y ahora, abordemos la segunda gran alegría que prometimos, esa que el público entero anhelaba con fervor y que llevamos esperando desde hace una eternidad. Curro secuestra a Lorenzo. Curro lo ata. Curro lo humilla y, finalmente, Curro lo enfrenta. Por primera vez, observamos en los ojos del Capitán Garrapata un miedo genuino, una emoción que hasta ahora parecía ajena a su gélido corazón. Curro le devuelve, con una furia contenida y justa, todo el daño infligido durante años: a Eugenia, a Hannah, a sí mismo y, en general, a todo el ecosistema del palacio.
El historial de este “capitán garrapata” no cabría en la biblioteca más extensa. La escena que presenciamos fue brutal, intensa y, sobre todo, necesaria. Fue catártica. Un baño de purificación para el alma atormentada.
Sin embargo, las preguntas cruciales persisten: ¿Llegó Curro a matar al Capitán Garrapata? La respuesta, por ahora, es un rotundo y enigmático “no lo sabemos aún”. La escena quedó suspendida en un momento de máxima tensión. Ángela, presa del pánico, huyó entre lágrimas, dejando a Curro apuntando al Capitán Garrapata con un arma. El corte de la escena nos dejó con la respiración contenida.
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Pero, como siempre, la investigación no cesa. Y tenemos pistas que apuntan hacia un desenlace menos definitivo de lo que algunos hubiéramos deseado, pero no por ello menos impactante. Una imagen filtrada del Capitán Garrapata, supuestamente posterior al secuestro, muestra una herida visible en su mejilla. Si lo vemos, vivo y coleando, junto a la desolada Ángela, esto sugiere que Lorenzo no ha muerto. Curro lo dejará marcado, herido, pero no rematado.
Esto responde a otra de las grandes incógnitas: ¿Nos hemos librado finalmente del Capitán Garrapata? Aparentemente, no. Al menos, no todavía. Los guiones filtrados insinúan que la boda con Ángela sigue en pie, lo que confirma que Lorenzo sigue con vida. La fotografía valida esta hipótesis: sigue respirando, aunque humillado.
Surge entonces una pregunta aún mayor, una que nos carcome: ¿Cómo lograrán los guionistas reconciliar la convivencia en el palacio tras un suceso de tal magnitud? ¿Será concebible que Lorenzo, después de lo vivido a manos de Curro, permanezca allí como si nada hubiera pasado? La idea de una coexistencia pacífica resulta, cuanto menos, extraña. El tiempo dirá cómo se resuelve este delicado equilibrio.

No obstante, debemos quedarnos con la doble alegría que esta semana nos ha brindado. Por un lado, el regreso de Lópe a las cocinas, un acontecimiento nada trivial. Y por otro, a pesar de que todo apunta a que el Capitán Garrapata seguirá paseando por los pasillos, haberlo visto sufrir tanto, haber presenciado su humillación, ha sido, en sí mismo, una gran dosis de satisfacción.
Admito, con cierta honestidad, que a veces me siento un poco culpable por regocijarme ante el sufrimiento ajeno, incluso en el contexto de la ficción. Pero estamos hablando de “La Promesa”, y el Capitán Garrapata es una encarnación del mal más pura. Por ello, no solo yo, sino todo el público, encuentra un placer culpable en verlo experimentar las consecuencias de sus actos.
No podemos dejar de mencionar la brillantez de las interpretaciones, especialmente las de Curro y Lorenzo, quienes nos sumergieron en una montaña rusa de emociones. Ángela, al final de la secuencia, nos hizo albergar la esperanza de que fuera ella quien asestara el golpe final, un acto que habría sido un digno epílogo para su personaje y que, además, habría salvado a Curro de mancharse las manos. Imaginemos la reacción de su madre al enterarse de su valiente acción.

Esta tarde, los espero en el Canal 2. No falten, porque pasaré lista, y esta vez, ¡lo digo en serio!
Soy tu Gustav. Me despido con un abrazo apretado.