LA PROMESA: AVANCE SEMANAL / CURRO SECUESTRA A LORENZO PARA IMPEDIR LA BODA
¡La tensión se dispara en el Palacio de La Promesa! Una semana marcada por planes maquiavélicos, traiciones desgarradoras y decisiones que cambiarán el rumbo de todos.
En los pasillos del majestuoso Palacio de La Promesa, el aire se ha cargado de una electricidad palpable. Los susurros en las cocinas se intensifican, los nobles caminan con un paso apresurado y, en el epicentro de esta tormenta de presagios, se encuentra Leocadia de Figueroa. La Condesa, impulsada por una ambición que roza la locura, ha orquestado un plan infalible para desposar a su hija Ángela con Beltrán, un joven aristócrata de intachable linaje y amigo de Jacobo. Lo que Leocadia ignora es que su presunto plan maestro está a punto de ser desmantelado por una mente aún más astuta y peligrosa: la del Capitán Lorenzo de la Mata.
El plan de Leocadia: una obra maestra de la crueldad

Leocadia, convencida de tener todas las piezas en su tablero, ha orquestado una jugada maestra. Ha logrado que la familia Luján asista al fastuoso evento social organizado por el Duque de Carvajal y Sifuentes, uno de los eventos más esperados de la temporada. Allí, ante la flor y nata de la aristocracia española, tiene planeado anunciar públicamente el compromiso de Ángela y Beltrán. Un anuncio público, frente a la alta sociedad, se convierte en un punto de no retorno, imposible de retractar sin desatar un escándalo de proporciones bíblicas. Las apariencias deben mantenerse, el honor preservarse, y Ángela, atrapada en un matrimonio sin amor, no tendrá escapatoria. Sin embargo, Leocadia ha cometido un grave error: subestimar la inteligencia y la malicia de Lorenzo.
Lorenzo de la Mata: el halcón que observa desde las sombras
Lejos de ser el militar honorable que aparenta, Lorenzo es un estratega nato, con una mente tan brillante como retorcida, moldeada por las tácticas de guerra. Ha estado observando a Leocadia como un depredador acecha a su presa, analizando cada movimiento, cada conversación, cada gesto sospechoso. Pacientemente, ha esperado el momento oportuno para intervenir. Y ese momento ha llegado. Lorenzo ha descubierto los intrincados detalles del plan de Leocadia, facilitado por la excesiva confianza y la negligencia de la Condesa, quien ha subestimado la lealtad de sus criados y la sagacidad del Capitán. Pero la intención de Lorenzo no es salvar a Ángela o a Curro; sus propios planes, mucho más oscuros y retorcidos, eclipsan la crueldad del plan de Leocadia.

La despedida desgarradora de Ángela y Curro
En la víspera de la fiesta, Ángela es un alma en pena. Ha pasado la noche en vela, sus ojos hinchados por el llanto, su corazón hecho trizas. Sabe que en cuestión de horas su vida dará un giro irreversible, que será obligada a comprometerse con Beltrán, perdiendo para siempre a Curro, el hombre que ama, el padre de su hijo no nato. En un acto de profundo dolor, decide despedirse de él. Con el corazón destrozado, camina por los pasillos, cada paso una agonía, hasta la puerta de Curro.
“Curro”, susurra con voz quebrada. “Por favor, ábreme. Necesito verte una última vez. Necesito despedirme de ti. Necesito que sepas lo mucho que significas para mí.”

El silencio desde el otro lado es ensordecedor. Curro la escucha, cada sollozo, cada respiración entrecortada, pero la puerta permanece cerrada. La idea de verla sabiendo que la está perdiendo, de abrazarla sabiendo que pronto será de otro, es un dolor insoportable. Permanece inmóvil, las lágrimas rodando por su rostro, su corazón hecho pedazos, incapaz de abrir la puerta.
“Curro, por favor”, suplica Ángela. “Solo quiero decirte adiós. Solo quiero que sepas que siempre serás el amor de mi vida. Siempre.” Sus lágrimas caen al hablar con la puerta cerrada, maldice la cobardía y la mala suerte que los persigue.
“Te amo, Curro”, susurra finalmente. “Finalmente, siempre te amaré.” Y se aleja, cada paso alejándola del hombre que ama y acercándola a un destino que no desea. Una escena desgarradora que deja al espectador con el alma en vilo, sufriendo la misma impotencia que ellos.

Adriano, el corazón roto por la traición de Martina
Mientras tanto, en otra parte del palacio, Jacobo ha estado tejiendo su propia investigación. Las cartas de Catalina, supuestamente enviadas desde el exilio a su prometida Martina, le han parecido extrañas. El tono, la caligrafía, los detalles… algo no cuadra. Su instinto no le falla. Entrando en la habitación de Martina, encuentra la evidencia irrefutable: el mismo papel, la misma pluma, los mismos materiales. Martina ha estado falsificando las cartas.
Al confrontarla, Martina, entre lágrimas, confiesa: “Lo hice por Adriano. Estaba destrozado desde que Catalina se fue. No comía, apenas dormía. Solo quería darle esperanza.”

Pero Jacobo, herido por la traición, no puede aceptar sus excusas. “Pensaste que mentir era la solución, Martina? ¿Jugaste a ser Dios con sus sentimientos?” La decepción es profunda, la traición, devastadora. Jacobo se retira para procesar la verdad, dejando a Martina ahogada en su culpa.
Sin embargo, el daño es aún mayor. Adriano, que ha escuchado la conversación, aparece ante Martina, su rostro una máscara de dolor y traición. “Todas esas cartas que me dieron esperanza, todas esas palabras que me hicieron creer que mi esposa todavía pensaba en mí… ¡todo fue mentira! ¡Todo fue una invención tuya, Martina!” Su voz se quiebra. “Me destrozaste. Pensaba que Catalina todavía me amaba. Y ahora descubro que todo fue una cruel mentira.” Adriano se marcha, incapaz de mirarla, dejando a Martina derrumbada. La confianza ha sido aniquilada, la relación rota. Desesperada, Martina decide partir a Sevilla para reflexionar, para intentar enmendar el daño irreparable.
El golpe maestro de Lorenzo: el compromiso forzado

La fiesta del Duque de Carvajal y Sifuentes se convierte en el escenario de un duelo de inteligencias. Ángela, pálida y silenciosa, se enfrenta a un destino que no ha elegido. Leocadia irradia triunfo, creyendo que su plan es infalible, ignorando la inminente intervención de Lorenzo.
El salón del Duque, adornado con un lujo deslumbrante, se llena de la élite española. Beltrán, complacido con la alianza, acepta el matrimonio arreglado sin cuestionar. El amor es secundario ante el linaje y las conveniencias. Leocadia se acerca al Duque, dispuesta a anunciar el compromiso de su hija.
Pero justo en ese instante, las puertas del salón se abren de golpe. Lorenzo de la Mata irrumpe con paso firme, su presencia imponente. Se dirige al Duque con una reverencia impecable: “Lamento interrumpir, pero tengo un anuncio importante que hacer. Un anuncio que cambiará los planes de esta noche.”

“La señorita Ángela de Figueroa ya está comprometida conmigo”, declara Lorenzo, revelando un documento firmado por la propia Leocadia. Un acuerdo matrimonial por el cual él cancelaría las considerables deudas de la Condesa. El salón estalla en murmullos. Ángela se queda paralizada. Leocadia, temblando de rabia, intenta negarlo, pero Lorenzo es implacable.
“La boda se celebrará en exactamente un mes”, anuncia Lorenzo triunfante. Ángela, encontrando su voz, protesta: “¡Eso es imposible! No puedo. No lo haré.” Pero Lorenzo se acerca y le susurra al oído una amenaza velada: “Lo harás, querida. O tu amado Curro sufrirá las consecuencias. ¿Me entiendes?”
El terror inunda los ojos de Ángela. Lorenzo es capaz de todo. Leocadia, atrapada en su propia red de apariencias, no puede evitar el escándalo que supondría anular el anuncio público. Lorenzo la ha superado magistralmente.

La desesperación de Curro: un acto de violencia y sacrificio
De regreso en La Promesa, Curro se entera de la noticia. La impotencia lo corroe. Lorenzo ha ganado, ha encadenado a Ángela a un matrimonio forzado. Lorenzo llama a Curro a su despacho, deseando saborear su victoria. “Ángela y yo nos casaremos en un mes, ¿no es maravilloso?”, le dice con falsa cortesía.
“Tú no la amas, solo la quieres para lastimarnos a ambos”, responde Curro con odio puro.

“Oh, tienes razón”, admite Lorenzo sin tapujos. “No la amo, pero la tendré. Y tú no. Esa es toda la victoria que necesito.” Y añade, con una crueldad escalofriante: “La mantendré muy ocupada. Tal vez en uno o dos años tenga varios hijos míos. Entonces ya no te recordará.”
Esa es la gota que colma el vaso. Algo se rompe dentro de Curro. Con un grito de pura rabia, se abalanza sobre Lorenzo, golpeándolo brutalmente. “¡Maldito bastardo!”, grita Lorenzo, sangrando.
En ese instante, Ángela irrumpe en el despacho. “¡Deténganse, por favor!”, suplica. Lorenzo, con una sonrisa cruel, utiliza el ataque de Curro como munición. “Este es el hombre que amas, un animal violento que no puede controlar sus impulsos”, le dice a Ángela.

Desesperada, Ángela toma una decisión devastadora: “Me casaré contigo sin más protestas, sin más intentos de escapar. Me casaré contigo en un mes, como lo prometiste. Pero a cambio, dejas a Curro en paz. No informas sobre este incidente. No intentas expulsarlo del palacio.”
Lorenzo acepta, victorioso. Curro, horrorizado, le suplica que no se sacrifique, pero Ángela, con lágrimas en los ojos, le asegura que ya está hecho. Curro ha cruzado una línea, su momento de violencia ha sellado el destino de la mujer que ama.
La redención de Lóe y la valiente decisión de Samuel

Mientras tanto, en la zona de servicio, Lóe, el joven lacayo con aspiraciones de cocinero, descubre que Santos, uno de los cocineros más antiguos, le está robando sus creaciones. Tras una confrontación, Santos es despedido y Lóe es ascendido a cocinero, un merecido triunfo para su talento y dedicación.
En la capilla, María Fernández, embarazada y desesperada, confía su secreto a Samuel, el joven y compasivo sacerdote. Ante su miedo y su desesperación, Samuel toma una decisión trascendental: renunciará a sus hábitos para casarse con María y asumir la paternidad de su hijo. “He orado, he reflexionado y me he dado cuenta de que mi llamado no es servir a Dios como sacerdote. Mi llamado es servir a Dios amando y cuidando a una familia. A ti, a nuestro hijo.” María llora de alivio y esperanza. Samuel la ama y está dispuesto a dejarlo todo por ella.
El misterio se cierne sobre el Duque y las sombras de la corrupción

Manuel, por su parte, ha descubierto que el Duque de Carvajal y Sifuentes es el verdadero propietario de la empresa de don Luis, sospechando de negocios turbios. Sus sospechas se extienden a Enora, su empleada, quien parece estar involucrada en conversaciones secretas y reuniones sospechosas. ¿Será Enora una espía trabajando para el Duque? La verdad sobre Lisandro y sus oscuros negocios podría desvelar secretos que cambiarán la vida de Ángela para siempre.
Una semana de emociones a flor de piel
Esta semana en La Promesa ha sido un torbellino de emociones. Hemos sido testigos de la audacia de Lorenzo, la desesperación de Curro, la traición de Martina, la redención de Lóe y la valiente decisión de Samuel. ¿Podrá Curro salvar a Ángela de un matrimonio inevitable? ¿Podrá Ángela escapar del yugo de Lorenzo? ¿Encontrará Martina la redención? ¿Qué oscuros secretos oculta el Duque?

La boda de Ángela y Lorenzo se acerca, el tiempo se agota y la tensión en La Promesa no hace más que aumentar. Prepárense, porque las próximas semanas prometen ser aún más intensas.
¡No se pierdan el próximo avance semanal para descubrir qué sucederá!