EL DUQUE HUMILLA A LEOCADIA POR LA BODA DE ÁNGELA || CRÓNICAS y ANÁLISIS de LaPromesa
La nobleza en crisis: Un brindis por la conveniencia y un puñetazo que resuena en los pasillos de La Promesa.
¡Promisers y Clippers, prepárense! El viernes ha llegado, trayendo consigo no solo un respiro para nuestros corazones laten al ritmo de La Promesa, sino también un torbellino de emociones que nos han dejado boquiabiertos. Y para añadirle un toque personal a esta celebración de la crónica televisiva, este fin de semana marca un hito: ¡mi propio cumpleaños! Aunque la fecha oficial se acerca, la verdadera celebración se adelanta, un preludio a lo que prometen ser semanas apasionantes, especialmente con la inminente llegada de los EMMYS y la esperanza de una victoria para Valle Salvaje. ¡Ojalá se cumplan nuestros sueños, porque sin duda nos lo merecemos!
Pero volvamos a la intriga que nos consume. Este último capítulo nos ha regalado momentos de pura tensión y revelaciones que cimientan la compleja red de relaciones en el Palacio de La Promesa. Y si bien el final del avance nos promete fuegos artificiales para el episodio de hoy, hay un evento que ha eclipsado la opulencia del Palacio de Galiana, escenario de la lujosa fiesta del Duque de Carvajal y Fuentes: el contundente desplante del Duque a Leocadia y su humillante cuestionamiento de sus aspiraciones matrimoniales para su hija Ángela.
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El Palacio de Galiana: Un decorado de ensueño para una realidad de pesadilla.
Antes de sumergirnos en las profundidades del drama cortesano, debemos hacer un alto para admirar la magnificencia del Palacio de Galiana en Toledo. Agradezco sinceramente a todos aquellos que compartieron esta joya arquitectónica en sus comentarios, un palacio que, debo confesar, ha sido un descubrimiento para mí. Con una historia que se remonta al siglo X, originalmente residencia de reyes taifas, este emblemático lugar ha sido testigo de milenios de historia. Sin embargo, su majestuosidad casi se desvanece en el siglo XIX, víctima de desamortizaciones y abandono, hasta que en 1931 fue declarado monumento histórico-artístico y, finalmente, en 1959, inició su esperanzadora rehabilitación. ¡Imaginen la ironía! Un lugar con tanta historia, tanta grandeza, que ahora sirve de escenario para las ambiciones desmedidas de Leocadia y la frustración del Duque. Si la suerte me sonríe, quizás algún día pueda hospedarme entre sus muros, aunque dudo que el Duque me reciba para administrar sus vastas tierras y fortuna como Leocadia aspira.
Leocadia: La lengua viperina y la vergüenza ajena.

Y hablando de Leocadia… ¡Ay, Leocadia! Su desfachatez y su falta de escrúpulos alcanzan niveles estratosféricos. Presenciarla en plena merienda familiar, despellejando a las invitadas con sus comentarios mordaces, es una experiencia que genera una profunda vergüenza ajena. Que si un vestido inadecuado, que si la falta de abolengo, que si el dinero sin título… ¡Señora mía, ¿en qué mundo vive?! ¿Qué derecho tiene usted, que no es nadie en la escala social, a juzgar a supuestas princesas o a cualquier invitada con criterios tan mezquinos?
La comparación es inevitable y, aunque suene odioso, debo hacerla. Cruz, en su momento, poseía una retranca, una ironía y un sarcasmo que, aunque hirientes, resultaban ingeniosos y divertidos. Veíamos cómo ponía a personas por los suelos, como a la pobre Hana, pero lo hacíamos con una sonrisa cómplice ante su brillantez. Pero Leocadia… su crítica es desprovista de cualquier matiz, es pura malicia, un odio irracional que raya en lo patético. Es como si el Quijote nos advirtiera: “cosas veredes, amigo Sancho”, y hoy vemos a Leocadia, envidiando y despreciando desde su propia mediocridad.
El Duque: La voz de la audiencia y la cruda realidad.

Pero la verdadera joya de la noche la protagonizó el Duque de Carvajal y Fuentes. Lejos de ser el padre de Ángela, como algunos sugieren por su aparente desaprobación, el Duque es, en este momento, la voz de la audiencia. Su molestia no radica en una paternidad oculta, sino en la burda manipulación y las ambiciones desmedidas de Leocadia.
En primer lugar, al Duque no le complace en absoluto que el Capitán de la Mata haya elegido su fiesta, su evento social, para anunciar una decisión tan trascendental como la boda de su hija. Un acto de arrogancia y falta de respeto que subraya la poca estima que el Duque tiene por el Capitán. Y aquí llegamos a lo crucial: el Duque, a diferencia de Leocadia, ve la realidad.
El Duque le expone a Leocadia, con una claridad que quita el aliento, la verdadera naturaleza del compromiso de Ángela. Sí, reconoce que Ángela obtendrá un título, que será consorte de la Mata, un rango respetable en la sociedad. Pero más allá de la fachada, el Duque percibe la verdad: Ángela no ama a Lorenzo. No es un matrimonio por amor, sino una transacción fría, una jugada maestra de Leocadia para ascender en la escala social.
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Y aquí reside la genialidad de la escena: mientras el Duque desenmascara las vanas aspiraciones de Leocadia y expresa su decepción ante la falta de sensibilidad de su hija, Lorenzo, en el fondo, no participa de la conversación, pero sus ojos se pierden en la voluptuosa danza de una bailarina de vientre. Un detalle sutil pero demoledor. Lorenzo, el flamante prometido, ajeno a las crudezas que se discuten sobre su futuro, vive ajeno a la realidad, absorto en sus placeres efímeros. Es la confirmación visual de todo lo que el Duque está diciendo: este matrimonio está condenado al fracaso, a la infelicidad, a un calvario silencioso para Ángela.
Y para rematar, Leocadia, tras escuchar las amargas verdades del Duque, lanza una mirada de reojo a Lorenzo que grita venganza. ¡Oro puro! Ver a Leocadia pasar un mal rato, ver sus planes desmoronarse ante la perspicacia del Duque, es, sin duda, uno de los placeres más grandes que nos puede ofrecer LaPromesa.
Santos es Madame Cocot: El misterio se desvela.

En otras noticias que sacuden el entramado de La Promesa, hemos descubierto la identidad de Madame Cocot. ¡Santos es Madame Cocot! Si bien ha sido una revelación breve en este capítulo, las implicaciones son enormes. Para aquellos que acertaron en sus predicciones, ¡felicidades! La confirmación está aquí, y solo queda esperar que, con esta verdad al descubierto, la justicia llegue para Lóe y para todos los afectados.
El puñetazo de Curro: Justicia poética en estado puro.
Y cómo olvidar el momento catártico que ha resonado en cada rincón de La Promesa: el puñetazo de Curro a Lorenzo. ¡Por fin! Lorenzo, el hombre que ha infligido tanto daño físico y emocional, el que ha maltratado a Curro y a tantos otros, recibe un justo merecido. No uno, ni dos, sino setenta veces siete puñetazos le vendrían bien, parafraseando las escrituras.

La tensión ahora es palpable. ¿Cómo reaccionará Lorenzo ante esta humillación? ¿Podrá Curro escapar de las represalias? Aunque el avance sugiere que Curro está harto y no aceptará la boda, la pregunta es qué medidas tomará. Lo que es innegable es que este acto de valentía de Curro es una justicia divina, poética, terrenal, la reivindicación de todas las veces que Lorenzo ha abusado de su poder.
Un vistazo a la novela “Postbellum”
Para aquellos que disfrutan de las atmósferas de época y las historias apasionantes, no olviden mi novela “Postbellum”. Un thriller ambientado en la España de los años 20, lleno de pasión, intriga y personajes inolvidables. Desde el atormentado Acacio Albork, enamorado de quien no debe, hasta Eren, el refugiado de la Primera Guerra Mundial, y la formidable Doña Juana Janeiro, una villana digna de la más alta estirpe.
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Y así concluyo por ahora, queridos Promisers y Clippers. El drama en La Promesa está lejos de terminar, y yo estaré aquí para desentrañar cada uno de sus giros. Dejen sus opiniones en los comentarios, regálenme un like y suscríbanse para no perderse el contenido más fiable y de mayor calidad sobre nuestra serie favorita. ¡Hasta la próxima entrega de crónicas y análisis!