💥 LEOCADIA AL DESCUBIERTO: LORENZO DESCUBRE LA VERDAD || CRÓNICAS de LaPromesa series
Una telaraña de mentiras a punto de desmoronarse en “La Promesa”: Lorenzo desentraña el engaño de Leocadia y la verdadera naturaleza de la ausencia de Ángela.
La semana en “La Promesa” se presenta cargada de tensión y verdades ocultas, un caldo de cultivo perfecto para que las maquinaciones de la ambiciosa Doña Leocadia de Figueroa, la “postiza” como sutilmente la apodan los rumores, comiencen a desmoronarse. El palacio, siempre escenario de intrigas palaciegas, se prepara para temblar ante la inminente revelación de un engaño urdido con astucia, pero que la aguda perspicacia del Capitán Lorenzo de la Mata está a punto de desenmascarar.
Las alarmas se dispararon desde hace semanas. Leocadia, en un intento desesperado por mantener el control de la situación, otorgó a su hija Ángela el permiso para ausentarse temporalmente junto a Curro. Sin embargo, esta decisión, lejos de ser un acto de generosidad, ha sido una jugada de ajedrez arriesgada, un “jugar con fuego” del que la propia Leocadia es plenamente consciente. Su objetivo principal: evitar que el Capitán Lorenzo, siempre atento a los detalles, levante sospechas. Para ello, ha tejido una historia digna de una novela barata, una excusa pulida, elegante y, sobre todo, completamente falsa. La versión oficial es que Ángela ha emprendido un viaje de estudios, una explicación vaga y carente de detalles que, en un principio, pareció ser suficiente.
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Pero la fortuna, o más bien el destino, ha querido que el Capitán Lorenzo, con su cinismo habitual y una mente tan aguda como su sable, posea la peculiar costumbre de verlo todo y, lo que es más importante, de atar cabos sueltos. En los próximos capítulos, presenciaremos la metamorfosis del “Capitán Garrapata” – un apodo que, a pesar de su tono jocoso, denota la implacabilidad de su instinto militar – en un detective incansable.
El primer indicio de que algo no cuadra llega de la mano de un encuentro fortuito. Lorenzo sorprenderá a Ángela y a Beltrán en una pose íntima, compartiendo un momento de complicidad junto al piano. Aunque la escena no revela la naturaleza exacta de su cercanía, sí siembra una semilla de duda en la mente del capitán. Sin embargo, la verdadera hebra que desenreda la madeja aparece en una conversación crucial entre Alonso y el Capitán Garrapata.
Alonso, en su inconfundible y a menudo desconcertante “alonseando”, comenta despreocupadamente la conveniencia del viaje de estudios de Ángela, llegando a mencionar su inminente boda con Beltrán. La aparente inocencia de sus palabras, desconociendo por completo los tejemanejes de la “postiza”, provoca la incredulidad en Lorenzo. “Menos mal que dejas a Ángela ir a estudiar, aunque se case contigo”, espetó Alonso, desatando la confusión en el capitán, quien hasta ese momento creía firmemente en la versión de los estudios. La simple frase, “No, es que como se ha ido unos días fuera de la Promesa por motivos de estudio”, se convierte en la primera grieta en el muro de mentiras de Leocadia, haciendo saltar las alarmas del militar.

La investigación de Lorenzo no se detiene ahí. Un encuentro posterior con Santos, otro “boca chancla” dispuesto a compartir los secretos mejor guardados, revela una pieza clave del puzzle: Curro, también ha estado ausente de La Promesa en esos mismos días, alegando estar “muy ocupado fuera”. El instinto militar de Lorenzo, alimentado por la sospecha y su carácter “más malo que un dolor de vesícula”, se dispara. Las piezas encajan con una crueldad escalofriante: Ángela y Curro no estaban de viaje de estudios, sino juntos.
La confrontación con Doña Leocadia es inevitable, un duelo de titanes que promete marcar un hito en la historia de “La Promesa”. Lorenzo se enfrenta a la “madre vigilante” exigiendo explicaciones, desentrañando la farsa del supuesto viaje de estudios y la veracidad de la ausencia de su prometida. Leocadia, visiblemente nerviosa, intenta mantener la compostura, pero Lorenzo, con su mirada penetrante, sabe que oculta algo tras su fachada de respetabilidad.
En un intento desesperado por salvar su reputación, Leocadia improvisa una coartada que se revela tan rápida como peligrosa. Asegura que el permiso para que Ángela se despidiera de Curro era una estrategia deliberada para “calmar la rebeldía” de su hija y ayudarla a cerrar ese capítulo antes de su inminente boda con Beltrán. Sin embargo, omite deliberadamente la verdadera intención: asegurar que Ángela se case con Beltrán sin las “fantasmas del pasado” que Curro representa.

Las palabras de Leocadia, aunque intentan sonar convincentes, resuenan huecas ante los oídos de Lorenzo. El capitán, ni un pelo tonto, la observa como “quien observa una serpiente fingiendo ser un canario”. Su respuesta es concisa pero cargada de amenaza velada: “Esperemos que tu plan haya abierto más puertas de las que pretendías cerrar”. Una frase que hiela la sangre, pues todos sabemos que cuando Lorenzo sonríe con esa calma gélida, algo oscuro y calculado se está gestando.
Mientras tanto, la historia de amor prohibido entre Ángela y Curro sigue su curso, un baile constante de evitación y anhelo. A pesar de las advertencias y las imposiciones, el corazón parece mandar más que la razón. A finales de semana, la pareja se encontrará nuevamente, en una escena cargada de peligro y emoción, avivando las brasas de su prohibida pasión. Los guionistas, conscientes de la expectación del público, añaden un toque de adrenalina, manteniendo a los espectadores en vilo, temiendo ser descubiertos en cualquier momento.
Pero las consecuencias de las acciones de Leocadia no se detienen ahí. La semana culminará con otro enfrentamiento de alto voltaje: el duelo dialéctico entre Leocadia y Curro. Con una mirada de desprecio gélido, Leocadia se acerca a Curro y le jura: “Cuando mi hija se case con Beltrán, yo misma me encargaré de echarte de La Promesa”. Curro, envuelto en la serenidad que solo el amor verdadero puede otorgar, responde con la verdad irrefutable: “No puedes expulsar lo que el corazón no olvida”.
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Sin embargo, Leocadia, cegada por el miedo, el “qué dirán” y una obsesión enfermiza por mantener las apariencias – una obsesión que la asemeja peligrosamente a su amiga Cruz – se niega a escuchar. Sus amenazas, sin embargo, solo sirven para revelar más sobre su propia fragilidad. Detrás de su rigidez se esconde una mujer aterrorizada por la posibilidad de perder el control, consciente de que el amor de su hija por Curro es la única fuerza que escapa a su dominio.
La gran pregunta que surge de este enfrentamiento es: ¿realmente puede Leocadia expulsar a Curro de La Promesa? ¿Podrá imponer su voluntad sobre el marqués y su amor por Ángela? La esperanza reside en que el corazón prevalezca sobre la ambición y las apariencias, y que este hombre, que a menudo actúa de forma impulsiva, encuentre su lugar junto a la mujer que ama.
Y mientras las intrigas se desvelan y las pasiones arden, la invitación queda abierta: si este análisis de los eventos en “La Promesa” ha resonado en ustedes, no duden en regalar un “me gusta” a este vídeo y compartirlo con aquellos que comparten esta misma pasión por la serie. Porque, al fin y al cabo, las historias que merecen ser contadas son aquellas que nos hacen sentir vivos, aquellas que, como en “La Promesa”, nos sumergen en un torbellino de emociones y revelaciones.